Borrosa mirada de inconsciencia, grato hedor el de tu cuerpo, caos y desorden en tu pelo, nebuloso pensamiento de llegar al mejor punto y final, el único punto y final que tú y yo pondremos, ese punto y final al que llaman orgasmo.
Marea sonaba con sus mejores versos, la carne de gallina ya no solo era por el roze de tu cuerpo desvestido.
Fin de la amargura, comienzo de la difuminada felicidad. Confuso observaba las bonitas hadas que nos rodeaban en tu habitación...
Las miradas incoherentes comenzaron a evanescer dando paso sutilmente a las miradas perdidas, las mías perdidas por ti. Los dos bajo esa nube de tensión hechizante, hipnótica, magnética...
El arco voltaico rebosante de electricidad que sufría con tus arañazos lo pagaban tus muslos cuales sin saber porque eran mordidos soportaban mis afilados besos...
Cubiertos por las sábanas,gemidos de amplitud decibélica, que en ese momento no nos ensordecía,enfilaba el climax, lo que antes parecían ruidosos discos de teléfonos viejos en mi sien, ahora eran saxofones tocando melodías de la América negra, componiendo en nuestras desabrochadas bocas el jazz de tu vertiginosas piernas.
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