miércoles, 30 de octubre de 2013

Anochece y vaya cielo mas azul...

Alucinaciones cósmicas, alucinaciones propias, lluvia de cocaína, felicidad mundial, última oportunidad de ser feliz bien aprovechada, diálogos mudos mejor entendidos que los bien vocalizados, sensación de mandíbula rota; aquel beso fue muy duro terminarlo. Mal sabor de boca tras no tener nada que morder, calles completamente llenas de cuerpos sin visceras, cuerpos desalmados, vacíos...
Lo de siempre, pscicodélicas luces a nuestro entorno, notando como el hielo quema, mirando atentos, sin perder pista, como el subnormal que soy, sopla contra el aire que te despeina, es inútil, soy inútil, pero tu pelo no está alborotado...

Desastroso plan de huida, faltaba tu boca en mi maleta, sigo soplando y termino mareado, te miro sin parpadear hasta que me duelen los ojos, me fumo un par de porros, que ojalá fuese al menos uno, y duermo, o lo intento, y luego el insomnio, y que bonito insomnio abrir medio ojo y verte en el mismo colchón, y que bonita película, ya era hora, pero las horas pasan, tick-tack y arranco el minutero, anochece y vaya cielo mas azul, vaya noche mas amarga, vaya jet lag debo llevar encima...

Entonces huímos, llevo droga de sobra, y en brazos te llevo a ti, aunque tu no eres mas que una droga de diseño hecha para consumir sin prisa, en inyecciones de pecas, en rayas de piernas infinitas o en pipas de agua... 

Y esto es una carta suicida:
Adiós.

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