sábado, 24 de agosto de 2013

El hielo quema.

Sin ti cada minuto es un salto de precipicio,
 un suicidio en el que yo solo me muero.
 Porque no hay peor muerte que la de la soledad,
 de la soledad de estar rodeado de cosas que no te llenan. 
Y es que no sé como coño lo hacía,
pero, 
como la buena cerveza,
 como un domingo de octubre y al contrario que un domingo de agosto.
 Era lo mas frio que había conocido.
 Rostro lúgubre y pálido como al amanecer.
 Yo, con los ojos a rebosar de imágenes de sus pecas.
 Y ella con los ojos a rebosar de cabronadas.
 Maniática e infantil.
 Incrédula y sexy.
 Desapareció.
 Desaparecí.
 Los dos desaparecimos,
 nunca supe de ella.
 Nunca sabrá de mi.

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