Mi mente de esquizo te pide a gritos,
dice que a la sombra de tus labios me encuentro protegido.
No quería esconderme bajo tu pecho.
Me escondí.
Ahora esribo versos con taras.
Ahora enloquezco cada vez más.
Al son de tus gemidos,
a ritmo de tu parpadeo.
Rodearte la cintura a falta de cordura y de chustas en el cenicero.
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